La vida del Medico Intensivista es una pulseta diaria con la muerte.
El día en el que un paciente ingresa a la Unidad de Terapia Intensiva recibe la mas alta carga terapéutica y su familia la mas alta carga emocional.
Una guardia en Terapia Intensiva, caminando entre la vida y la muerte, entre alegrías y tristezas, entre dos caras de una misma moneda.
Todo lo concreto de mi mundo se ha terminado. Las percepciones y certezas se van perdiendo, mientras día a día toma el mando la esperanza, el miedo nunca se va…
El paciente luego de salir de la Unidad de terapia Intensiva: “volví a nacer!!!”.
Su familia: “nunca pensé que podía amar tanto!!!”
El Medico Intensivista terminando la guardia: “los demonios me persiguen en el trabajo y me asaltan durante el descanso…”
La Residencia Medica de Medicina Critica y Terapia Intensiva: el camino de endurecerse, sin perder la ternura.
Nadie se ilumina, sin enfrentarse a su propia oscuridad.
La guardia en la Unidad de Terapia Intensiva; entre agujas y alarmas, entre el cielo y la tierra…
Mientras salía del coma, sentí su paz, si intensidad, su fuerza, su poder, su implacabilidad y lo contundente de su presencia. Serena, pero firme ahí estaba, paciente, a cierta distancia, como si de una toma de decisiones se tratase, no la veía, pero su presencia era incuestionable, ahí estaba ella mirándome, era la muerte…
“Después de todo, todo ha sido nada, a pesar de que un día lo fue todo”
José Hierro